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Delicada ilustración que a medida que van avanzando las páginas del libro va ganando amplitud y desarrollo...

El vecino sale de la ciudad en bicicleta, con la niña detrás. Quiere ir a pescar. En la ciudad hay mucho ajetreo. Gente que corre de un lado a otro. Pero sin darse cuenta, el vecino ya ha ido pescando por el camino...

El vecino lee un libro. Pero un ruido infernal llega a través de las paredes de su casa. ¿Quién hace este ruido?

Atemorizada por su miedo, la niña avisa a su padre una y otra vez. Pero el padre, haciendo uso del ingenio, dará la vuelta a sus temores.

Esta mañana hay gran agitación en el gallinero. Las gallinas están hartas de pasarse todo el día incubando los huevos.

¡Y los gallos no tienen intención de permitirles cambiar de hábitos!

¡Pobre Juan! Debe retener el pedo que tiene… Porque es bien sabido que un pedo de elefante puede ser el fin del universo. Ante la idea de ser la causa del fin del mundo, por supuesto, Juan se sienta y espera. ¡No puede ni imaginar lo que realmente va a suceder!

Juan el elefante, protagonista de El pedo, ha vuelto.
Está triste. No ha hecho nada extraordinario en su vida. No ha viajado a la Luna, no ha creado ni un libro ni un cuadro que hayan aportado algo especial al mundo…

Juan el elefante no sabe qué le pasa. Desde hace unos días, se siente muy raro. Algo se mueve en su barriga. Un extraño bichito no identificado. Se pone colorado, dice cosas rarísimas… Preocupado, va al médico. ¡Este no puede creer lo rápido y fuerte que late el corazón de Juan!

Esta mañana al despertarse Juan el elefante descubre una criatura peluda, con muchas patas y grandes ojos detrás de su cabeza. ¡Una araña! ¿Me va a comer? ¿Pondrá huevos en mi cabeza?